jueves, 14 de noviembre de 2019

Libro



Nietzsche, F.
Homero y la Filología Clásica.
Lección inaugural. Basilea 1869.
Presentación y trad. de L. Jiménez.
Madrid, Ediciones Clásicas, 1995, 80 páginas. 
ISBN 84-7882-200-3.


Índice

PRESENTACIÓN 9
Su preparación filológica 9
El acontecimiento: la cátedra 15
Los problemas de la filología 24
La guerra de los filólogos 27
La personalidad de Homero 30
Hacia una filología filosófica 33
Biobibliografía de Nietzsche 41
HOMERO Y LA FILOGÍA CLÁSICA 47
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS 77

Este título responde a la «lección magistral» que Nietzsche pronunció en la Universidad de Basilea, el 28 de mayo de 1869, como «Lección inaugural» de su docencia, al tomar posesión de su cátedra de Filología clásica, y se propone plantear el problema acerca de la personalidad de Homero. Federico Nietzsche contaba 24 años y había sido nombrado profesor extraordinario de la Universidad sin haber obtenido previamente el grado de doctor, ni haber realizado su disertación para la habilitación.
Durante sus estudios en la fundación Pforta, de 1858 a 1864, se configuró su preferencia por los estudios de Filología clásica entre sus aficiones, que eran hondamente artísticas, hasta el punto de haber pensado en hacerse músico y seguía, al mismo tiempo, su preparación lingüística y teológica, como había sido la dedicación de su padre y de sus dos abuelos, que fueron pastores protestantes.
En Pforta, se educaban los estudiantes, con exigencia y rigor en lenguas clásicas y con disciplina estricta. Nietzsche reconoce los aspectos formativos de esta época. «Cuando llegué a Pforta, siendo un muchacho, aprendí solamente un sucedáneo de la educación paterna, la disciplina uniformadora de una escuela bien ordenada. Pero precisamente esta presión, casi militar, que trata fría y superficialmente lo individual, porque debe actuar sobre la masa, me volvió más sobre mí mismo. Salvé de la ley uniforme mis inclinaciones y mis afanes privados. Yo vivía un culto escondido de determinadas artes, me ocupé de una búsqueda sobreexcitada del saber universal y de gozar quebrantando la rigidez de una ordenación y una utilización del tiempo, de una manera determinada por leyes. Se necesitaban algunas contingencias exteriores; de otro modo me hubiera atrevido entonces a ser músico. Pues yo sentía ya, desde los nueve años, la más fuerte de todas las atracciones por la música; en aquel feliz estado, en el que uno no distingue todavía los límites de su aptitud, y cree también que puede conseguir todo aquello que le gusta. Había escrito innumerables composiciones y había adquirido un conocimiento, más que diletante, de la teoría musical. Ya en los últimos días de mi vida en Pforta, con un conocimiento adecuado de mí mismo, había planeado todos los proyectos artísticos de vida; y en la laguna que se abría entonces, entró la filología».
Estas narraciones y reflexiones autobiográficas ponen de manifiesto la dureza en la disciplina y la exigencia de rigor en su trabajo, pero donde él pretende poner la fuerza de lo individual personal y las inclinaciones propias y procura salvarlas con fuerte adhesión a lo estético. Por tanto, cuando se impone la filología como dedicación prioritaria, habría de ofrecerle satisfacción en lo individual personal, en la exigencia de rigor científico, y en la proyección de sus inclinaciones artísticas.

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