sábado, 19 de octubre de 2019

Libro


Francisco Javier Higuero
Narrativa del siglo posmoderno. De Valle Inclán a Susana Fortes
Madrid, Ediciones del Orto, 2009, 318 páginas.

Índice
Preámbulo 9
Capítulo 1º
Pluralidad deconstructora de entrecruzamientos temporales en Sonata de Otoño de Valle Inclán 17
Capítulo 2º
Aproximación esquizoanalítica al discurso de la diferenciaen Amor y pedagogía de Unamuno 37
Capítulo 3º
Desmantelamiento subversivo del dinamismo actancial en La voluntad de Azorín 53
Capítulo 4º
Fenomenología experiencial de la corporeidad intempestivaen El árbol de la ciencia de Pío Baroja 75
Capítulo 5º
Indigencia referencial en Platero y yo de Juan Ramón Jiménez 91
Capítulo 6º
Erosión metamorfósica en Belarmino y Apolonio de Pérez de Ayala 107
Capítulo 7º
Diferencias desterritorializadoras en Nuestro Padre San Daniel de Gabriel Miró 123
Capítulo 8º
Vectores actanciales del entorno urbano en Nada de Carmen Laforet 137
Capítulo 9º
Resonancias de voces dialógicas en Sin camino de Castillo Puche 153
Capítulo 10º
Irresolubilidad fáctica de dicotomías binarias en La salamandra de Jiménez Lozano 177
Capítulo 11º
Entrecruce diferencial en Nubosidad variable de Martín Gaite 197
Capítulo 12º
Simultaneidad yuxtaposicional de ausencias mortíferas en Señora de rojo sobre fondo gris de Miguel Delibes 217
Capítulo 13º
Insatisfacción actancial en La señorita Medina de Adelaida García Morales 233
Capítulo 14º
Intempestividad resquebrajadora en Las historias de Marta y Fernando de Martín Garzo 247
Capítulo 15º
Nihilismo teleológico en El viaje vertical de Vila-Matas 265
Capítulo 16º
Ocultamiento de presencias recordadas en Tiernos y traidores de Susana Fortes 283
Epílogo 299
Obras citadas 303

Los razonamientos posmodernos de Lyotard se prestan a clarificar gran parte de la producción novelística española del siglo XX, en la que se relatan fragmentariamente múltiples acontecimientos, resistentes de por sí a caer aprisionados bajo caracterizaciones generalizadoras, sean éstas del signo que fueren. Tal es lo que acaece por ejemplo a lo largo de lo expuesto diegéticamente en novelas tan conocidas como pudieran ser Amor y pedagogía o El árbol de la ciencia, en donde determinadas metanarrativas repletas de reminiscencias positivistas, procedentes de lo esgrimido por diversos pensadores de la segunda mitad del siglo XIX, muestran no sólo su incapacidad congénita para ofrecer las soluciones buscadas, sino que también contribuyen a la diseminación de actitudes existenciales repletas de inquietantes y desterritorializadores rasgos nihilistas. Por otro lado, conviene no perder de vista que frente a esas actitudes positivistas se puede reaccionar también refugiándose en la tranquilidad presuntamente proporcionada por la estética modernista evidenciada a lo largo de lo relatado en Sonata de otoño o por el preciosismo poético que caracterizará el discurso narrativo de Platero y yo. Tales posicionamientos, a su vez, resultan inconmensurables con el escepticismo un tanto abúlico que parece ir ganando terreno a medida que avanza la trayectoria narrativa de La voluntad. Se precisa matizar que dicho escepticismo no es tampoco compatible con el esgrimido por Michel Montaigne en los albores optimistas de la modernidad, conforme lo evidencia lo expuesto argumentativamente por dicho pensador en Los ensayos. Ahora bien, y al margen de tal escepticismo, ante la disolución de las grandes metanarrativas a la que se refiere Lyotard puede reaccionarse aceptando la existencia de una multiplicidad perspectivista, poseedora de un cierto enriquecimiento existencial, conforme queda atestiguado por lo narrado desde diversas focalizaciones diegéticas en Belarmino y Apolonio y Nuestro Padre San Daniel.
La ausencia de metanarrativas aboca a explicar, por completo, el entorno empírico con el que se precisa contar, contribuye a la producción de novelas existencialistas tales como Nada de Carmen Laforet o Sin camino de José Luis Castillo Puche, relatos contextualizados dentro de una pragmática de texto inundada de múltiples alusiones, esporádicas pero permanentes, a la guerra civil española del siglo XX. Dicha característica se prolongará incluso, cuando la moda existencialista se haya convertido en anacrónica, habiendo sido considerada hasta obsoleta. Tal rasgo taxonómico se ejemplifica a lo largo de relatado en novelas tan diversas como pudieran ser La salamandra de Jiménez Lozano, Señora de rojo sobre fondo gris de Miguel Delibes y hasta en Tiernos y traidores de Susana Fortes, narraciones todas ellas repletas de reminiscencias intertextuales que se remontan a ese conflicto bélico. Los recuerdos de la guerra civil o de sus efectos duraderos serán mucho más débiles en Las historias de Marta y Fernando de Martín Garzo y El viaje vertical de Vila-Matas, para desaparecer por completo en novelas consideradas como posmodernas, por excelencia, conforme son Nubosidad variable de Martín Gaite y La señorita Medina de Adelaida García Morales. Ahora bien, aun cuando se produzcan diversas alusiones y referencias a dicha guerra en aquellas novelas, conviene no perder de vista que frente a ese conflicto bélico no se ofrecen soluciones metanarrativas que explicarían totalizadora o unidimensionalmente, según los casos, lo relatado. Sí que se produce una búsqueda y un intento por encontrar algún tipo de sentido hermenéutico a lo acaecido, aunque los resultados no sean satisfactorios en modo alguno, ni tampoco se presten a evitar un cierto malestar y una indisimulada frustración existencial, a todas luces, reconocibles.
En conformidad con lo ya adelantado, el criterio que se ha adoptado para seleccionar las novelas estudiadas en las páginas que siguen, responde a los rasgos posmodernos que caracterizan a todas ellas. Por otro lado y a pesar de la discontinuidad desterritorializadora que favorece la diseminación de ausencias metanarrativas, los relatos escogidos pudieran ser propiamente considerados como muestras valiosas de diversas modalidades de escritura literaria, en las que predomina una adecuación deconstructora de las historias referidas y de sus correspondientes modalidades discursivas. En contraste, con lo implicado en dichos parámetros críticos, a partir de la guerra civil se fueron publicando también en España algunas novelas celebradas por grupos de poder de diversa orientación que contribuyeron a otorgarlas un cierto prestigio y fama, tal vez no bien merecidos por completo. A tal grupo de relatos, altamente ideologizados y repletos de todo tipo de metanarrativas totalizadoras, pertenecerían lo expuesto diegéticamente en novelas tan conocidas como pudieran ser La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, Tiempo de silencio de Luis Martín Santos o Reivindicación del Conde don Julián de Juan Goytisolo, entre otros relatos que pudieran ser mencionados a este respecto. No resulta difícil detectar y descubrir las ideologías a las que responden dichas novelas. Ahora bien, desde planteamientos posmodernos, debería tenerse en cuenta que toda ideología vendría a constituirse en un ejemplo manifiesto y verídico de metanarrativa totalizadora, rechazada con persistencia indisimulada por los planteamientos subversivos y desterritorializadores que han llegado a prevalecer a medida que avanzaba, sobre todo, la segunda mitad de siglo XX. Consecuentemente, las novelas estudiadas en los capítulos que siguen o bien carecen de alusiones ideológicas o, cuando las tienen, se convierten en objeto de aproximaciones y estrategias deconstructoras que las invalidan para ejercer la función que tal vez hubieran deseado llevar a cabo.