viernes, 17 de enero de 2020

Libro

Ángel Sánchez de la Torre
Sócrates
(ca. 470-399 a.C)

[Biblioteca Filosófica, nº 146]
Madrid, Ediciones del Orto, 2014, 96 páginas
I.S.B.N.: 84-7923-517-9 PVP 7 €
«La actitud de Sócrates ante el mundo intelectual de su época es, ante todo, la negación de su postura: la vida pública. Sócrates se retira a su casa, y en esa retirada recobra su noûs y deja a la Sabiduría tradicional en suspenso. El “es” vuelve a recobrar su importancia y su gravedad. Las cosas, entonces, cobran consistencia, se hacen nuevamente resistentes y plantean auténticos problemas. Con ellos, el hombre mismo adquiere gravedad.» (Xavier Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios)
ÍNDICE
I. CUADRO CRONOLÓGICO 5
II. Sócrates 7
1. Introducción 9
2. Contaposiciones iniciales del empeño filosófico 12
3. El Sócrates auténtico 22
4. El socratismo en las Escuelas postsocráticas 26
5. Principales temas en que se concreta la refle-xión socrática 31
6. El método mayéutico en acción 45
7. La educación para la libertad 70
8. La educación para la solidaridad 77
9. Epílogo 84
III. SELECCIÓN DE TEXTOS 85
IV. BIBLIOGRAFÍA 93


jueves, 16 de enero de 2020

Libro

´

Bárbara Mujica
Espiritualidad y feminismo. Sta. Teresa de Jesús
Madrid, Ediciones del Orto, 2006, 96 páginas. 
[Biblioteca Crítica de la Literaruras Luso-Hispánicas nº 24]
I.S.B.N.: 84-7923-375-3

ÍNDICE

I. CUADRO CRONOLÓGICO 7
1. Datos biográficos y bibliográficos 8
2. Asuntos políticos y culturales 11
II. Espirirualidad y Feminismo. Sta. Teresa de Jesús.
1. Orígenes de la reforma espiritual.
2. Teresa de Jesús y la Reforma carmelita.3. Espiritualidad y mística de santa Teresa.
4. Las vías positiva y negativa.38
5. Mujercitas flacas y con poca fortaleza: espiritualidad y feminismo.45
III. SELECCIÓN DE TEXTOS 71
IV. BIBLIOGRAFÍA 91

La habilidad con la cual Teresa tuerce sus argumentos para defenderse contra acusaciones de heterodoxia debe ponernos sobre aviso en cuanto a una lectura demasiado literal de sus textos, incluso los que se refieren a la mujer. Abundan comentarios en sus libros sobre la simpleza del sexo femenino. «Para mujercitas como yo, flacas y con poca fortaleza...» comienza su descripción de su trayectoria espiritual (Vida XI, 14). «El natural de la mujer es flaco», señala al explicar lo difícil que es gobernar conventos (Fundaciones IV, 2). En cuanto al intelecto, lamenta la «torpeza de las mujeres» (Moradas I, 2:6). Se burla de las que piensan que cualquier sueño o fantasía espiritual es una experiencia sobrenatural. Sus «arrobamientos», dice Teresa, no son más que «abobamientos». A causa de ser «más flacas», dice, las mujeres caen fácilmente en las trampas del Diablo (Moradas IV, 3:11). Teresa llega al extremo de decir que el hecho de ser mujer la llena de melancolía: «basta ser mujer para caérseme las alas» (Vida X, 8). Hasta fines del siglo XX, la crítica asumió que Teresa sencillamente había asimilado la posición misógina de su sociedad. En 1950 Marcelle Auclair hace eco de esta noción al observar que Teresa «tenía una mala opinión de las mujeres» (150). Sin embargo, estudios más recientes han puesto en tela de juicio el aparente misoginismo de Teresa y, de hecho, algunos investigadores han llegado a verla como una precursora del feminismo moderno.

miércoles, 15 de enero de 2020

Libro


Quinto Horacio Flaco
Epístola a los Pisones (Arte Poética)
Introducción, traducción y notas: Salvador Villegas Guillén
Madrid, Ediciones Clásicas, 2010, 64 páginas
I.S.B.N.: 84-7882-703-X

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 9
0. Nota del traductor 11
1. La traducción, un género literario instrumental 11
2. Traductores de la Epístola a los Pisones (Arte poética) 13
3. La traducción, auxiliar de la Historia de la Lengua 17
4. Dichos memorables 20
EPÍSTOLA A LOS PISONES (ARTE POÉTICA) 23
I. LA OBRA POÉTICA EN GENERAL (1-85) 25
La obra de arte debe ser un todo y una unidad (1-23) 25
A veces, buscando la perfección, se cae en la caricatura (24-31) 26
El conjunto debe ser armonioso (32-37) 27
La magnitud de la empresa ha de ser proporcional a los recursos (38-41) 27
El orden constituye el armazón del poema (42-45) 28
Las palabras: nacen, mueren, renacen (46-72) 28
El metro épico (73-74) 29
Los metros líricos (75-85) 30
II. ESPECIAL ATENCIÓN A LA DRAMÁTICA (86-288) 31
Los metros dramáticos (86-98) 31
Las palabras han de estar acordes con la risa, la tristeza y el llanto (99-118) 32
Cada personaje debe ser fiel a sus características (119-127) 33
La originalidad no consiste en la creación de argumentos (128-152) 34
Cada época de la vida tiene su ser; cada edad, su naturaleza (153-178) 35
Hay lances que deben quedar entre bastidores (179-188) 37
La pieza teatral tiene sus limitaciones (189-192) 37
El coro: alabando, aconsejando, acompañando... (193-201) 38
La lira aumentó sus cuerdas y la flauta, como Roma, fue extendiendo su tono dulce y sensual (202-219) 38
Se rasga el telón de lo trágico y salen a escena los sátiros procaces (220-233) 39
No debe hablar Pitias como Sileno: el drama satírico tiene su propio decir (234-250) 41
El yambo (251-262) 42
Se recomiendan los cánones griegos (263-274) 43
Teatro griego: tragedias y comedias (275-284) 44
Teatro latino: praetextas y togatas (285-288) 45
III. CONSEJOS A LOS POETAS (289-476) 45
El ingenio se agudiza con el asperón (289- 308) 45
Los arcanos del arte están en los libros y en la vida (309-322) 47
Los niños romanos se educan más en el cálculo que en las letras (323-332) 47
Utilidad y deleite de la poesía (333-346) 48
Los pocos errores bien merecen la gracia del perdón (347-360) 49
El cálamo, como el pincel (361-365) 50
Huyan los mediocres de escribir poesía (366-378) 50
Escribir es arte de prudentes (379-390) 51
Fuerza de la poesía (391-407) 52
La técnica es el cultivo del ingenio (408-418) 53
El halago es enemigo del verso (419-437) 54
La crítica sanea la poesía (438-452) 55
La mala poesía es como una epidemia de la que todos huyen (453-476) 56
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS 59

Una traducción, por mucho que el autor lo quiera, nunca será objetiva. El traductor de Horacio recibe en Latín un mensaje personal del poeta de Venusia que tiene que verter al castellano con su personal estilo. La traducción siempre será subjetiva, resultado de dos sumandos: el mensaje recibido del autor y el estilo del traductor. Es, por consiguiente, una auténtica recreación en el más puro sentido etimológico del término, que merece ser elevada a la categoría de género literario, imprescindible cuando la lengua original es desconocida por el lector. Y, sin embargo, casi siempre se olvida que, cuando se lee una obra literaria traducida, lo que en realidad se lee es la versión del traductor.
En efecto, la Literatura es, ante todo, forma. En la antigüedad clásica la originalidad no consistía en la invención de un argumento, sino en la forma de tratar un argumento; los argumentos no había que inventarlos; estaban ahí, fruto de una tradición de siglos. En la actualidad, con mucha frecuencia sucede lo mismo; ¿cuántas versiones distintas no hemos visto en las llamadas novelas históricas a pesar de estar basadas en los mismos hechos y presentar los mismos protagonistas?
Resulta, pues, curioso que las historias de la Literatura al uso ignoren este género literario instrumental (así me atrevo a llamarlo) y no le dediquen en cada época un apartado específico.
Por ello ofrezco una relación de los traductores del Arte Poética de Horacio a lengua castellana, desde Juan Villén de Biedma (Granada, 1599) hasta José Luis Moralejo (Madrid, 2008). El motivo es doble:
- Por una parte, rendir un pequeño homenaje a los traductores del texto horaciano. Al fin y al cabo, el ser humano, en ese infinitésimo que constituye cada presente, tiene contraídas muchas deudas con las generaciones pretéritas y ninguna con las futuras.

- Por otra, posibilitar la comparación de versiones distintas, comparación de la que espero no salir demasiado malparado.


martes, 14 de enero de 2020

Libro



M. DELAUNOISLA ORIGINALIDAD DEL PLAN RETÓRICO EN LA ELOCUENCIA GRIEGA (SIGLOS V Y IV a.C)Traducción del francés y edición de Felipe G. Hernández MuñozMadrid, Ediciones Clásicas, 2010, 160 pp.I.S.B.N. 84-7882-717-X

ÍNDICE
Introducción 9
Cuadros cronológicos de los oradores y discursos 15
Capítulo I: El problema del plan retórico griego: plan lógicoy plan psicológico. 21
Capítulo II: El método: gráficas y análisis cuantitativo 33
Capítulo III: La evolución histórica del plan retórico en la elocuencia griega 43
Capítulo IV: Los caracteres fundamentales del plan retórico griego 59
I. La fidelidad al esquema clásico 61
II. Las modificaciones de las partes retóricas 63
ΙΙΙ. Las amplificaciones bajo diversas formas 72
IV. La yuxtaposición de argumentos 80
V. El polvo lanzado a los ojos 87
VI. Las repeticiones de argumentos y de “ideas-fuerza” 97
Capítulo V: Secuencias de ideas y gráficos-tipo de cincodiscursos 103
I. Contra Áfobo A de Demóstenes 105
II. Sobre el olivo sagrado (Areopagítico) de Lisias 114
III. El Elogio de Helena, de Isócrates 121
IV. Sobre las sinmorías, de Demóstenes 127
V. El Tercer Olintíaco de Demóstenes 135
Bibliografía 145
Índice de textos antiguos citados 155


Este estudio constituye una aportación modesta a una prospección nueva y más vasta del espíritu griego, prospección mejor adaptada a nuestro tiempo, de donde resulta que la pura racionalidad griega, de la que se ha hecho antaño un mito, ha sido siempre en la realidad fuertemente mitigada, en el sentido de que, en los griegos, a pesar de un esfuerzo particular de racionalidad, lo universal humano que les caracteriza postula la presencia de la subjetividad, de la pasión, que contrarresta esta racionalidad y a veces la arrebata, tanto en
la elocuencia -intentaremos mostrarlo aquí- como en la poesía lírica y la tragedia. Incluso el psicoanálisis ha sido utilizado recientemente para ofrecer
aclaraciones del genio griego. Dentro de esa línea hemos intentado, más que antes, subrayar la originalidad de los diversos tipos de realización oratoria, oscilando entre lo que nosotros grosso modo hemos llamado la “lógica” y la “psicología”.



lunes, 13 de enero de 2020

Libro


J. M. Torres Prieto
Los Padres de la Iglesia
Madrid, Ediciones del Orto, 2000, 96 páginas 
[Biblioteca de las Religiones, nº 7]
ISBN 84-7923-225-0


ÍNDICE
I. CUADRO CRONOLÓGICO 7
II. LOS PADRES DE LA IGLESIA 11
1. El concepto de «Padres» 12
2. La lengua de los Padres 16
3. La Patrología. Definición e Historia 18
4. Los nombres propios. Algunos apuntes biográficos: Introducción 21
5. Los Padres Orientales 22
-Atanasio 22
-Basilio de Cesarea 25
-Gregorio de Nacianzo 28
-Juan Crisóstomo 31
6. Los Padres Occidentales 34
-Ambrosio de Milán 34
-Jerónimo 37
-AgustíndeHipona 40
-Gregorio Magno 44
7. Los Padres hispanos 47
-Gregorio de Elvira 47
-Orosio 48
-Martín de Braga 49
-Isidoro de Sevilla 50
III. SELECCIÓNDETEXTOS 53
IV. BIBLIOGRAFÍA 91

Se alude con esta denominación a los escritores de la antigüedad cristiana reconocidos por la Iglesia como testimonios de su doctrina. Pero, ¿a qué se debe el término «padres»?; evidentemente no hace referencia a su función biológica, sino que se trata de una alusión metafórica. En el ámbito de la Biblia y del cristianismo primitivo se llamaba «padre» al maestro. Se le consideraba el artífice de la personalidad de sus alumnos, y por tanto podía ser llamado con pleno derecho padre y ellos serian sus «hijos» espirituales. Los ejemplos al respecto son abundantes y se remontan a la Biblia y a los primeros autores cristianos. Así, S. Pablo (1 Cor. 4-15) escribe: «Pues, aunque tengáis diez mil preceptores en Cristo, sin embargo no tenéis muchos padres, porque yo os engendré en Cristo Jesús por medio del Evangelio»; Ireneo (Adv. haer. 4, 41,2) afirma: «Quien ha sido enseñado por otro es llamado hijo del maestro y éste su padre»; y Clemente de Alejandría (Strom. 1,1,2-2,1) dice: «Las palabras son hijas del alma. Por eso llamamos padres a los que nos han instruido..., y todo el que es instruido es, en cuanto a su dependencia, hijo de su maestro».
En la antigüedad cristiana la tarea "de enseñar recaía sobre los obispos; por ese motivo se les aplicó primeramente a ellos el título de padres. En el año 155, al obispo Policarpo de Esmirna le designaban con desprecio paganos y judíos como «el doctor de Asia, el padre de los cristianos» (Mart. Poly., 12,2); en la carta de los mártires de Lyón al obispo de Roma (177-78) éste es distinguido con el título de Páter Eléuzere (Eus. Hist., 5,4,2); el obispo Alejandro de Jerusalén denomina también a sus maestros «padres» (Eus. Hist., 6,14,4); en torno al 251 el obispo Cipriano recibía cartas encabezadas por: Cypriano Papae (Cypr., Ep. 30,31,36). Con posterioridad fueron aumentando los testimonios acerca del uso de ese término, cuyo mayor desarrollo se produjo en el s. IV.