domingo, 5 de enero de 2020

Libro




Cristina Chase
Peregrinando por el Peloponeso 
[Supplementa Mediterranea 11]
Madrid, Ediciones Clásicas – Málaga, Canales 7, 2009, 407 páginas.

Índice General

Prefacio de Carlos Alcalde Martín 5-8
Capítulo I. Rumbo a Nauplio 9-26
Capítulo II. La importancia de visitar Nauplio 27-42
Capítulo III. Argos y las genealogías 43-60
Capítulo IV. Asfódelos y teatro. Micenas y Epidauro 61-78
Capítulo V. Mistras. Unas ruinas más recientes 79-94
Capítulo VI. Esparta reivindicada 95-106
Capítulo VII. El turista J. B. S. Morrit 107-114
Capítulo VIII. Viaje a Citera 115-138
Capítulo IX. Mani de Laconia o Mesa Mani 139-168
Capítulo X. Mani de Mesenia y la Pascua en Kardamili 169-200
Capítulo XI. Un poco de botánica 201-206
Capítulo XII. Koroni 207-222
Capítulo XIII. Los emplazamientos de Pilos -Verano de 2006 223-244
Capítulo XIV. Kalamata 245-260
Capítulo XV. Buscando Arcadia desesperadamente 261-278
Capítulo XVI. El Toledo de Grecia 279-294
Capítulo XVII. El cronista Ramón Muntaner y el infante D. Fernando 295-300
Capítulo XVIII. Elis -Francos y Centauros 301-314
Capítulo XIX. Olimpia 315-326
Capítulo XX. Patras por fin y Poetas en Egion 327-348
Capítulo XXI. La garganta del Vouraïkos 349-358
Capítulo XXII. El lago Estinfalia 359-370
Capítulo XXIII. Retorno a Corinto 371-386
Capítulo XXIV. Despedida en Acrocorinto 387-404
Bibliografía 405-406


Cristina Chase, peregrina en Grecia, viaja para sentir. Como Scrofani, el viajero siciliano del siglo XVIII: «No paré hasta conseguir, con el espíritu de un verdadero Scrofani, bajar andando al amanecer por ese mar de olivos que separa Delfos del puerto de Itea».
También viaja para aprender: cómo son realmente los lugares de los que tanto ha leído, qué colores pintan los paisajes en cada estación, qué gente, qué sonidos, qué olores los pueblan. Su actitud como peregrina la describe ella misma al final del libro: lejos de ser una turista apresurada que hace fotos sin mirar, prefiere «sentarse a leer un paisaje minuciosamente, como si fuera uno a dibujarlo, y atento siempre a su banda sonora, intentar interiorizarlo...».
La anterior declaración de intenciones en seguida le evoca una anécdota del poeta Ritsos y una cita de S. Pablo. Y es que Cristina Chase viaja con un inmenso equipaje que no pesa: las obras leídas de innumerables autores. Naturalmente Homero, y también Seferis. Esquilo y Sófocles, y Katzansakis. Pausanias y toda una caterva de viajeros que escribieron Memorias y libros de viajes. El Discurso de mi vida, de Alonso de Contreras. Poetas y escritores griegos, ingleses, españoles... Y obras de historia de Grecia, desde sus albores hasta nuestros días. La lista podría ser interminable.
Toda esa literatura enriquece el relato de sus recorridos. Como ocurre con la precisa descripción de Micenas, que cobra vida y emoción gracias a la historia -tanto del lugar como de sus excavaciones- y a las trágicas leyendas sobre los habitantes de la fortaleza, pues «recorrer el recinto con la trilogía de Esquilo en mente (para volver a leerla con el recinto en mente) permite experimentar las ruinas en otra dimensión», y «son afortunadas esas ruinas de Micenas por tener tanta literatura que las mantiene vivas en la imaginación».
Peregrinando por el Peloponeso no es sólo un recorrido por la historia, la literatura y el arte. Es, ante todo, un recorrido por el Peloponeso de esta época, por sus paisajes, ciudades y pueblos con su configuración actual, sus habitantes y costumbres. Entre la gente que vive y trabaja allí, emergen, individualizándose, algunas personas citadas por su nombre. Las que despertaron una simpatía más profunda en la autora han sido instaladas en el "relicario mental" o iconostasio personal que Cristina Chase, imitando a Ritsos, ha ido construyéndose en Grecia. (C. Alcalde).

www.edicionesclasicas.com
www.ediclas.com